Reflexión

Mediante la práctica de la ética biocultural para la región de Aysén propuesta en esta Guía, se busca ampliar la consideración moral que normalmente se aplica en la conservación de la biodiversidad, para incluir aquellos hábitos bioculturales con los que nos relacionamos con otros seres vivos. Recuperar y revalorizar las cosmovisiones y costumbres productivas de los pueblos originarios, forma parte estructural de nuestra resiliencia y adaptabilidad como comunidad en respuesta a la degradación de los ecosistemas subantárticos y enfrentar la crisis socio-ambiental en la Patagonia Chilena.

Tema N° 4.Reflexión final: Hacia una interpretación biocultural de los paisajes de Aysén

Interpretación ética de las interacciones biológicas

Las interacciones directas y persistentes en el tiempo entre dos especies determinan sus respectivos hábitos de vida: las interacciones van modificando y moldeando el entorno abiótico y biótico en el que habitan, co-creando de esta manera sus hábitats. Estos hábitos ecológicos de vivir íntimamente conectados se conocen como simbiosis, del griego syn “juntos” y biosis “forma de vivir” (Box 8).

La relación con la naturaleza que hoy en día predomina en la cultura occidental, está basada en la visión bíblica-cristiana es económico-utilitaria, y está caracterizada por el dominio del ser humano sobre la naturaleza, dando cabida a que una especie esté valorada por sobre las otras, y a que esta especie transforme y utilice a los demás seres según crea su beneficio (Callicott 2017). No fue hasta el siglo XIX en que, gracias al trabajo y pluma del naturalista alemán Alejandro de Humboldt, la biodiversidad pasó de ser catalogada como “salvaje” (que siempre estuvo asociado al desorden, al peligro y a los demonios), a ser asimilada al concepto “Naturaleza”, asociada a redes de vida, autonomía y regeneración (Wulf 2016).

BOX 8: HÁBITOS SIMBIÓTICOS EN LOS ECOSISTEMAS SUBANTÁRTICOS

- En lugares de alta exposición al frío, la radiación y el frío, algunas plantas vasculares (como Azorella lycopodioides, A. selago y Bolax gummifera) crecen en el piso altoandino formando “cojines”: multitud de individuos crecen apegados entre sí y generan condiciones de microhábitat más favorables en comparación al exterior del cojín. Esta forma de vida ha sido interpretada desde la Filosofía Ambiental de Campo como las “jardineras altoandinas” (Méndez et al. 2018).
- Los hongos presentan una gran variedad de hábitos y, por tanto, pueden ocupar una gran variedad de hábitats. Algunos de estos hábitos convierten a otras especies en hábitats, como es el caso de los hongos fitoparásitos del género Cyttaria (conocido como Digüeñe, Llao-llao o Pan de indio), que se alimentan de árboles del género Nothofagus como el Coihue, el Ñire o la Lenga, extrayendo los nutrientes que ellos fabrican mediante la fotosíntesis. Otra de las formas de vida es la de los hongos micorrízicos, como Suillus spp., que establecen una simbiosis de beneficio mutuo con las raíces de las plantas, lo que favorece la obtención de agua, nutrientes e incluso la comunicación vegetal. Otra forma de vida son los hongos saprófitos, como Morchella spp. los cuales cumplen una labor vital en el reciclaje de nutrientes por medio de la descomposición de la materia orgánica presente en el suelo.
- Las criptógamas como las briófitas (musgos, hepáticas y antocerotes) y los líquenes son parte esencial de la tundra, un tipo de paisaje o bioma común en las regiones de Aysén y Magallanes, especialmente, sobre la línea arbórea, en los ambientes periglaciares, y el único bioma terrestre en el continente antártico. La tundra se caracteriza por tener un subsuelo helado, no tener árboles, un clima frío con nieve y hielo en invierno y vientos muy fuertes. De las criptógamas, los líquenes son los organismos más tolerantes a las condiciones ambientales extremas y, por lo tanto, pueden crecer en situaciones inhóspitas para la vida. Esto es posible porque los líquenes son hongos (micobionte) que viven en una simbiosis colaborativa con microalgas o cianobacterias (fotobionte), lo cual le otorga propiedades emergentes superiores a la suma de ambos organismos por sí solos. Se consideran parte de los productores primarios de un ecosistema, porque gracias al fotobionte son capaces de hacer fotosíntesis y fijar CO2. De esa manera, son capaces de sostener un pequeño flujo energético en ese delgado ecosistema. A pesar de ser grupos de organismos completamente diferentes, cuando viven en simbiosis son capaces de tolerar condiciones extremas de deshidratación, temperatura, radiación solar y pueden crecer sobre prácticamente cualquier sustrato inerte e incluso vivo, siendo uno de los grupos de organismos más resistentes del planeta. Sus hábitos de crecimiento favorecen la formación de un manto orgánico de unos pocos milímetros de grosor, que cubre suelo, troncos, piedras y cualquier superficie disponible en ecosistemas de bosques, turberas, zonas costeras o de alta montaña.

La frágil relación y conocimiento que actualmente tenemos en nuestro entorno natural nos impide generar lazos identitarios robustos con el territorio que habitamos, ni tampoco reflexionar sobre la falta de ética en nuestra forma de habitar. A continuación se desarrollan algunos de los diferentes enfoques de las relaciones con nuestro medio ambiente:

(a) Relación “convivencia y reciprocidad con la naturaleza”. Quienes aprovechan las características del hábitat y desarrollan formas de comportamiento que van en directa relación con los procesos ecológicos del paisaje o ayudan a este último con la recuperación de capital natural, lo que contribuye a reforzar las posibilidades de funcionamiento ecológico, posibilitando un mayor rendimiento en los servicios ecosistémicos (Martín-López et al. 2011). Este es el caso de los pueblos originarios y “tradicionales”, quienes en general conceptualizan la interacción con la naturaleza como parte de un mismo y único ciclo, desarrollando sus prácticas sociales a través de la reciprocidad y, por tanto, hay una comprensión metafórica del dar y recibir que vela por una interrelación moral (Hornborg 2001.

(b) Relación “dominación del hombre sobre la naturaleza”. Quienes intervienen el hábitat formando mosaicos productivos, en los que se entremezclan los hábitos de seres humanos y otros humanos que lo habitan, con transformaciones antropogénicas a pequeña escala. Este es el caso de la economía campesina post-europea (Herrera et al. 2013) donde se observan trabajos ganaderos, con extracción de leña y recolección de frutos y hongos silvestres.

(c) Relación “tecnocientífica utilitario-capitalista de la naturaleza”. La valoración económica y el uso intensivo de la naturaleza, dominada por el positivismo, el pragmatismo y el utilitarismo, proviene de una tradición anglosajona liberal-utilitaria, donde se establecen condiciones favorables al aumento en la producción de “recursos naturales”. La homogenización de los hábitos y de los paisajes, como lo que fomenta el modelo económico de libre mercado, fuerza un tránsito desde una heterogeneidad tanto cultural como paisajística, hasta la transformación y pérdida casi total de ambas (Rozzi 2013). Este es el caso de la plantación de monocultivos, quemas por cambio en el uso del suelo (hacer praderas), ganadería extensiva y construcción de represas para generación de energía; si bien no es la instalación de unos habitantes por sobre los demás (como las plantaciones de monocultivos), hace relación a la transformación radical del hábitat en demérito de quienes lo habitan.

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Las “3H”: el regreso a la madriguera

¿Cuándo las actividades de sobrevivencia se convierten en hábitos de vida, ¿cuáles de esos hábitos de vida debemos conservar, para garantizar el bienestar social, económico y ambiental de las futuras generaciones? La repetición de una forma de habitar se convierte en hábito o costumbre, que es lo que define el ethos o ética de una comunidad. En consecuencia, si las costumbres son perjudiciales para el hábitat, se dificulta la convivencia respetuosa de la diversidad biocultural.

En la Figura 14 se representan los dominios bioculturales identificados por la ética biocultural, asociados expansivamente en forma de capas (esferas). La esfera Biofísica considera los diversos paisajes en los que se relacionan sociedad y naturaleza, tanto los que continen plantaciones de pino, sistemas de silvopastoreo, casas de pobladores y demás elementos del mosaico productivo, como aquellas áreas silvestres acondicionadas para la recreación y el ocio. En la esfera simbólica lingüística se concentra el conocimiento humano y las ideas sobre la percepción de la realidad que cada cultura tiene en su relación con el medio que los rodea. En la esfera Institucional-Socio-Política existe un organismo regulador y orientador en la toma de decisiones, tanto a nivel gubernamental como de organización social, validada por las costumbres culturales de cada sociedad. Finalmente, la capa más externa aglomera el conjunto de costumbres, conocimientos y maneras de ver el mundo de una sociedad, configurando una cosmovisión como podría ser la occidental basada en el conocimiento, o la de los pueblos originarios. En la Tabla 2 se sintetizan los ejemplos de contenidos tratados en esta Guía educativa, clasificados en las diferentes dimensiones de este esquema.

Figura 14. Esquema de las “3H” de la ética biocultural (Hábitat, Hábitos y co-Habitantes), modificado de Rozzi et al. (2005). En esta organización de los dominios bioculturales en forma de capas (esferas), el nivel central es la ética biocultural, un marco conceptual ético de base ecológico para el análisis de la sociedad global y sus políticas de desarrollo económico y cultural. Los co-habitantes, el hábitat, y los hábitos que lo modifican, pertenecen al siguiente nivel: la esfera biofísica. Las siguientes esferas son inmateriales, pues surgen de la interpretación imaginaria del mundo biofísico; la esfera simbólica lingüística cultural representa la interpretación de la esfera Biofísica que realiza cada grupo humano, mientras que la esfera Institucional sociopolítica, considera un o unos organismos reguladores de la pluralidad de las relaciones entre las dimensiones Biofísica y simbólica ingüística cultural. El “regreso a la madriguera” es una metáfora[10] que apunta a un giro político social biocentrista, que ponga a la naturaleza humana y no humana como eje central de la estrategia de desarrollo (Rozzi 2011).

Tabla 2. Contenidos científicos a desarrollar mediante la aplicación de las actividades propuestas en esta Guía, clasificados en las dimensión biofísidelca linguística cultural e institucional socio política según el esquema de las 3 “H”.

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Reflexiones éticas en torno a los temas desarrollados en esta Guía

Como colofón a las actividades propuestas, se busca generar el debate sobre la situación socio ambiental actual de la región de Aysén y el tipo de desarrollo social, económico y medioambiental idóneo para la región, alternativo al modelo de progreso de las comunidades humanas que va en detrimento de los ecosistemas y cohabitantes nativos e inminentemente, del bienestar de las comunidades humanas. A continuación, se desarrollan argumentos éticos para cada tema desarrollado.

Tema N° 1. Hábitat.

Filosofía y cosmovisiones. La invitación a observar el mosaico de paisajes desde un punto alto en la región de Aysén permite identificar dos aspectos:

1) Los paisajes nativos y los procesos biofísicos y climáticos que configuraron la fisionomía de la región desde el último máximo glacial, hace aproximadamente 19.000 años; y 2) Elementos del paisaje que representan los hábitos de la cultura occidental, y que a principios del siglo pasado fueron transformados en políticas públicas en desmedro de la biodiversidad local y de las cosmovisiones de los pueblos originarios con quienes cohabitaron brevemente. Esta cosmovisión occidental justificó la ocupación del territorio mediante quemas de bosque nativo para el despeje de vastas extensiones de terreno para el ganado. De esta manera, se introdujeron cientos de miles de ovejas, vacas y caballos, cambiando radicalmente la fisionomía de la región y generando una pérdida invaluable de biodiversidad y sus beneficios ecosistémicos asociados. La cultura chilena actual en Aysén basa sus costumbres, actividades productivas y estructura sociopolítica en aquello que fue instalado por esos colonos, y en consecuencia, los hábitos de los ayseninos se encuentran medularmente asociados a especies exóticas como ovejas, corderos y caballos, y no a guanacos, huemules y pumas.

Por otro lado, la comparación macroecológica entre los elementos naturales y bioculturales en el paisaje y obliga a realizar juicios de valor sobre los eventos históricos que generaron ese mosaico. Una sociedad que se proyecta en un futuro sostenible, más apegada a los valores intrínsecos de la biodiversidad de Aysén, está obligada a responder ¿qué queremos conservar? Esta pregunta, realizada en el plano de las costumbres y hábitos, es el punto inicial de una ética biocultural que actualiza los valores morales de nuestra interacción con la naturaleza, sobre la base de los conocimientos sobre el hábitat y sus beneficios en el bienestar humano y no humano.

Ciencia y ecología. La introducción a los paisajes bioculturales de Aysén, aquellos que interrumpen el salvaje y continuo gradiente de biodiversidad como cicatrices en la tierra, herencia de los hábitos con que las primeras comunidades humanas (colonos) planificaron su llegada. Los campos verdes y regulares, aplanados por varias generaciones de ganado, son ahora la herencia cultural del aysenino. No todos los ayseninos son igualmente responsables de los cambios ambientales que han ocurrido en la región, pero toda la comunidad de Aysén y los seres vivos que le rodean están en peligro debido a las acciones inescrupulosas de unos pocos que son indiferentes a los daños que causan directa o indirectamente a la biodiversidad y al bienestar general. El acervo biocultural de Aysén avanza de acuerdo con la cosmovisión occidental de la ganadería como forma dominante de vida, actividad que en el transcurso de este último siglo ha modificado visiblemente el paisaje, provocando la fragmentación y destrucción de hábitats que se aprecia hasta el día de hoy.

Los avances en la bioética y en la ética ambiental, las investigaciones sobre la biodiversidad nativa y los ecosistemas patagónicos, y los esfuerzos de agentes clave en la comunidad de Aysén para lograr la conservación de las áreas verdes de la región, han sido clave en el giro que representa la cosmovisión actual del hábitat como fuente de biodiversidad y bienestar. En este sentido, las protestas contra Hidroaysén son un hito en el cambio de conciencia ambiental de los ayseninos y de muchos chilenos, en donde se co-construye una alternativa de cosmovisión del territorio y su ecología, que pone a la naturaleza o al hábitat en el centro de la estrategia de desarrollo humano. En esta estrategia, la ciencia y la tecnología son parte fundamental del acervo cultural, el imaginario colectivo y los conocimientos sobre el funcionamiento de los hábitats patagónicos enriquecen y favorecen la toma de decisiones en beneficio del bienestar de las personas.

Tema N° 2. Hábitos.

Filosofía y cosmovisiones. El desarrollo de los pueblos en un mundo globalizado depende, en gran parte, de la apropiación de la ciencia y la tecnología como conocimiento esencial de una cultura general. En gran medida, son los avances científicos y la comprensión integral de las especies y sus roles en el ecosistema lo que nos llevará a avanzar hacia un modelo social, económico y político de desarrollo eficiente y sostenible.

Impartir educación ambiental con un enfoque intercultural en ciencias naturales contribuye a reconstruir la lógica de cómo las diversas cosmovisiones han producido conocimiento sobre su entorno natural, lo que otorga un reconocimiento a los contenidos culturales locales. Para adaptarnos a la crisis socioambiental global, es necesario incorporar nuevos hábitos que nos permitan lograr un desarrollo sostenible, y en este sentido, el conocimiento indígena funciona en una escala espacial y temporal mucho más fina que la ciencia. Estos son claves para la comprensión, respuesta y adaptación a la variabilidad ambiental que estamos experimentando en la última década, por lo que han sido incluidos en las metas del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS 13) sobre la acción climática, especialmente, para monitorear el cambio climático, adaptarse a los impactos y contribuir a los esfuerzos globales de mitigación.

Muchas de las costumbres asociadas al uso y consumo de especies nativas o naturalizadas en la región de Aysén y las técnicas artesanales de producción, no se encuentran documentadas y son de transmisión oral, cuyos conocimientos fueron originados por los pueblos originarios o localmente por sus habitantes actuales. Mediante la invitación a compartir estos conocimientos sobre la flora y fauna local sobre la base de las categorías medicinal, alimentario o cultural, se fomenta la reflexión sobre el origen de esas costumbres, las especies en las que se basan (nativas o exóticas), y la valorización de estos conocimientos para las siguientes generaciones en términos de conservación biocultural.

Ciencia y ecología. La sociedad occidental actual se define como la sociedad del conocimiento, haciendo referencia al conocimiento científico y tecnológico, en sí mismos, como base de la economía. En esta sociedad, aprender ciencias es parte de la adquisición de la cultura. Lamentablemente, el avance científico occidental implica la exclusión de otras formas de conocimiento, la hegemonía de la ciencia, y el colonialismo científico, todos con raíz en el eurocentrismo.

En respuesta, han aparecido conceptos como la descolonización de la ciencia, en la que se fomenta una pedagogía intercultural de las ciencias, que revaloriza las diferencias y que integra lo ancestral, lo popular, lo provinciano y lo campesino desde movimientos políticos, éticos y educativos.

La integración de la ciencia occidental y del conocimiento local da reconocimiento a la sabiduría tradicional, y puede cimentar una cosmovisión consensuada entre los conocimientos ancestrales (fundamentada en la oralidad) y la enseñanza formal de las ciencias y sus leyes naturales (fundamentada en el texto).

Se propone la incorporación de procesos de elaboración de productos alimenticios con materias primas originadas de especies naturalizadas de la región de Aysén, como la leche de vaca, las manzanas silvestres y el aceite vegetal. Estos procesos pueden favorecer la autonomía alimentaria y la eficiencia en el uso de los recursos y residuos producidos a nivel local, y fomentando la economía territorial en localidades remotas de la región. El uso eficiente de los recursos y la disminución de la huella de carbono de algunos productos elaborados localmente son algunas de las externalidades ambientales positivas que resultan de la incorporación de procesos que agregan valor a la artesanía local, cuidan el medio ambiente, y ayudan a la estrategia de adaptación al cambio socioambiental global.

Tema N° 3. Habitantes.

Filosofía y cosmovisiones. El plan de colonización de la región de Aysén trajo consigo a una comunidad humana y no-humana, compuesta por especies introducidas voluntariamente como caballos, vacas, ovejas, perros, gatos, cerdos, gallinas, entre varias otras con características utilitarias para la cultura occidental. Desde entonces, muchas otras especies introducidas involuntariamente en Aysén se han sumado a esta lista, como la avispa chaqueta amarilla, las termitas y los roedores. Durante el proceso de colonización se reemplazaron las extensas turberas y bosques subantárticos inaccesibles para los colonos, por terrenos despejados para la ganadería, fomentando así una realidad biocultural más cercana a una sociedad rural en Europa que a una sociedad rural en la Patagonia. En consecuencia, el desarrollo político, económico y cultural en Aysén tiene una influencia fuertemente eurocentrista, cuyas costumbres se encuentran íntimamente asociadas a las especies introducidas durante la colonización y que son, en la actualidad, los cohabitantes mejor conocidos en el imaginario biocultural local. Los resultados de las costumbres asociados a estos habitantes en el paisaje actual de Aysén se pueden apreciar en la configuración del mosaico biocultural.

Ciencia y ecología. Un estudio realizado el año 2013, por el Centro de Análisis de Políticas Públicas (CAPP) de la Universidad de Chile, identificó cuáles son las especies exóticas invasoras (EEI) a las que más se debe prestar atención desde los instrumentos públicos. Para el caso de la Región de Aysén, las EEI que resultaron ser prioritarias el: abejorro europeo, la chépica, cardo de Canadá, carpa común, avispa chaqueta amarilla, ciervo rojo, faisán, gato, jabalí, liebre, paloma, pegajosa (herbácea), perro, pino, roedor, rosa mosqueta, salmonídeos, visón, zarzamora y dídimo.

Tema N° 4: Reflexión Hacia una interpretación biocultural de los paisajes de Aysén

Actividad 4.A Juego de roles

Tema N° 4: Reflexión Hacia una interpretación biocultural de los paisajes de Aysén

Actividad 4.B Creación artística