Hábitat

Tema N° 1. Hábitat: Evidencia de cambios en el paisaje biocultural

Ecología del paisaje: aproximación al estudio del hábitat humano

La ecología del paisaje trata de comprender las interacciones entre el medio físico y los seres vivos de un territorio específico. Como disciplina científica nace a partir de la observación de los patrones de distribución espacial de los seres vivos, animales y vegetales, realizadas por grandes naturalistas desde el siglo XVIII, como el explorador alemán Alexander von Humboldt (1769-1859), quienes empezaron a explicar los mecanismos que originaban aquella distribución espacial y su variación temporal (Wulf 2016). La consideración del tiempo y las perturbaciones en la variación de los patrones biogeográficos, que se observaban por todo el mundo, fue tan atractiva para aquellos primeros ecólogos que propició el desarrollo teórico de un concepto clave para la ecología: la sucesión ecológica. Recientemente se han ido añadiendo conceptos y aproximaciones desde la sociología, economía y la geografía humana (Turner & Gardner 2001). En este desarrollo, se han creado sociedades científicas especializadas en el área y ya en los años 1980 y 90 comenzaron a aparecer aplicaciones prácticas de planificación y gestión territorial para sustentar procesos administrativos de ordenamiento territorial. Una compresión de lo amplia que puede ser el estudio de la ecología de los paisajes, se desprende de la declaración de principios de la Asociación Internacional de Ecología del Paisaje, International Association for Landscape Ecology (IALE 1983):

“¿…quiénes somos y qué queremos? Nos autodenominamos ecólogos del paisaje y somos todos, al mismo tiempo, agrónomos, forestales, conservacionistas, biólogos, ecólogos de plantas, animales y de personas, geógrafos de cualquier tipo, edafólogos, geomorfólogos, sociólogos, arquitectos del paisaje, planificadores, hidrólogos, también científicos del paisaje, incluidos ecólogos del paisaje. En nuestra sociedad todas estas disciplinas están lógica y legalmente unidas y todos son bienvenidos a contribuir, siempre y cuando él o ella tengan una mente de ecólogo/a del paisaje o quiera ser uno acorde con sus propias definiciones; eso sí, todos tenemos algo en común, nuestra preocupación con el intrincado complejo eco-sistema del cual somos parte, a escala local o global” (Traducción de Eduardo Muñoz).

La ecología del paisaje es, por tanto, una disciplina científica de carácter marcadamente transdisciplinario. En la actualidad se considera una disciplina de carácter holístico con contribuciones de una variedad de áreas científicas con el afán de integrar al máximo su dinámica complejidad (Vila et al. 2006). El paisaje pasa a ser una expresión espacial y visual de factores sinérgicos como clima, los ecológicos y sociales. Por lo tanto, el estado de conservación de su biodiversidad y de sus nichos ecológicos , zona o localidad. La IALE-Chile (2018), como una “ciencia interdisciplinaria que estudia la variación espacial de los paisajes en un amplio rango de escalas, con énfasis en determinar las causas y consecuencias biofísicas y sociales de la heterogeneidad del paisaje”.

En el Antropoceno es el resultado también de decisiones socio-políticas del desarrollo de las sociedades humanas. Este marco conceptual y metodológico, así como unos resultados eminentemente cuantitativos, facilitan una forma de valoración de la situación y la evolución de los paisajes, con el objetivo final de suministrar información útil para la conservación de los valores naturales y culturales (Turner & Gardner 2001).

La ecología y la geografía permiten entender el paisaje desde sus respectivas visiones, según se representa en la Figura 2: (1) como un sistema ecológico, que se manifiesta a escalas de kilómetros, y está compuesto por parches de bosque o praderas, asentamientos humanos o ecosistemas naturales, todos interactuando entre sí, (2) como una abstracción geográfica medible a diferentes escalas espaciales (desde pequeñas ciudades hasta grandes biomas), (3) simplemente como un mosaico de elementos bióticos y/o abióticos. El concepto no se restringe a ambientes terrestres, sino que el concepto aplica a ambientes marinos, de agua dulce o humedales (Vila et al. 2006).

a)
b)
c)

Figura 2. Diferentes perspectivas del paisaje, desde una escala grande (menor detalle) a una más pequeña (más detalle): (a) sistema ecológico desde parte de la cuenca del río Ibáñez hasta cercanías del canal Quitralco (ambientes de alta naturalidad); (b) abstracción geográfica de una ciudad, nótese que no hay límites naturales ni antrópicos, (c) mosaico de elementos bióticos y abióticos. (Fuentes: (a) y (c) Google Hybrid vi QGIS; (b) https:// davidmaisel.com/ OpenStreetMap Standard via QGIS).

Tema N° 1. Hábitat: Evidencia de cambios en el paisaje biocultural

Interpretación ecológica del paisaje

El paisaje tiene múltiples definiciones, entre ellas, un complejo de interacciones ecológicas que se percibe por múltiples sentidos (auditivo, visual, olfativo). La interpretación del paisaje puede hacerse desde enfoques complementarios, el visual y el ecológico. En el primero se tiene en cuenta el valor estético del territorio, mientras que en el segundo se persigue el análisis y comprensión de los procesos geomorfológicos, edafológicos, hidrológicos, climatológicos y ecológicos que ocurren en el sistema oculto (criptosistema) y se manifiestan al exterior (fenosistema) (González Bernáldez 1981, Muñoz-Pedreros 2004). Operativamente, desde un punto de vista ecológico, el paisaje tiene las siguientes características:

  • 1) Su escala espacial es variable, dependiendo del objetivo de la interpretación; puede comprender desde cuencas hasta el análisis de parches de bosque, o sea puede incluir lugares de unas pocas decenas y hasta miles de kilómetros cuadrados.
  • 2) Son heterogéneos; si normalmente los ecosistemas son unidades más o menos homogéneas (por ejemplo, bosque o pradera), desde la perspectiva de paisaje estas unidades se consideran íntegramente y se denominan elementos o unidades del paisaje; también se puede decir que son diferentes tipos de hábitats.
  • 3) Presentan funciones ecológicas asociadas a los elementos (unidades o hábitats) que lo integran.

Respecto de los elementos del paisaje, se extrapola el concepto de “insularidad” a los diferentes parches de vegetación conectados mediante corredores, como si fueran islas embebidas en un mar denominado matriz (Fig. 3), como analogía a la teoría biogeográfica de islas (McArthur & Wilson 1967, Valdés 2011). Administrativamente, es importante que existan definiciones oficiales de estos conceptos técnicos. Por ejemplo, en España la autoridad competente define así los elementos del paisaje:

“Cada punto de un paisaje (MOPT 1992) está situado dentro de un parche, de un corredor o de la matriz. Los parches son áreas de hábitat original que pueden tener diferentes tamaños y formas. Los corredores son elementos lineales de hábitat que conectan parches y pueden variar en longitud y anchura. Los parches y corredores están embebidos en una matriz que puede tener distinta extensión”.

a)
b)

Figura 3. Elementos básicos de un paisaje; corredores vegetaciones e hídricos y parches de bosques de ñire y lenga en la matriz silvoagropecuaria en las cercanías de Cochrane.

Cada uno de esos elementos del paisaje se puede clasificar en naturales o antrópicos, según el grado de naturalidad o alteración antrópica que presentan. Por ejemplo, la región de Aysén presenta al menos tres tipos de elementos naturales: los bosques siempreverdes de las costas de Pacífico, el bosque caducifolio de la zona intermedia y las explanadas esteparias compartidas con el territorio Argentino. Los antropogénicos, por su parte, son el producto de la intervención humana en cualquier grado, gestión agronómica o forestal, construcción de zonas urbanas y caminos, entre otros; algunos se muestran en la Figura 4.

El número y distribución espacial de parches y corredores en la matriz, se puede cuantificar mediante sistemas de información geográfica y, por ende, se pueden medir la diversidad de seres vivos, sus potenciales nichos y las funciones ecológicas asociadas a los diferentes elementos. Se dice que un paisaje es más heterogéneo (o está más fragmentado) cuanto mayor sea el número de parches y menor su extensión; una mayor heterogeneidad a nivel de paisaje generalmente se relaciona con una mayor influencia antropogénica (Gavin 2015, Sarmiento-Mateos et al. 2019, Bruley et al. 2021).

La influencia humana provoca cambios drásticos en el paisaje, al igual que los procesos naturales. La adición de contaminantes, modificación de la química atmosférica, introducción de organismos exóticos, entre muchos otras alteraciones biofísicas pueden modificar el paisaje y hacerlo más o menos heterogéneo. La extensión espacial de esa influencia puede aumentar de acuerdo con los patrones y formas de uso cultural local, así como por modificaciones globales (por ejemplo: cambio climático, mecanización de la agricultura o movilidad de especies e invasiones biológicas). En Aysén, una de las regiones con el poblamiento más joven de la nació, se percibe un aumento de la heterogeneidad a nivel de paisaje (Box 5).

a)
b)

Figura 4. Características de algunos hábitats antropogénicos que confirman el paisaje biocultural de la región de Aysén: (a) Troncos quemados caídos o en pie vestigio de los incendios del pasado; (b) Coexistencia de bosques nativos y plantaciones forestales en el Parque Nacional Patagonia.

Los procesos de urbanización ofrecen una oportunidad para reflexionar sobre la sociedad y su convivencia en la naturaleza y planificar procesos de desarrollo urbano que permitan retener las características naturales de fuera de la ciudad dentro de estas (Zhou et al. 2015). En la Figura 5, se observan dos procesos de urbanización totalmente distintos que están ocurriendo en la actualidad en Aysén: una localidad pequeña con elementos naturales dentro de ella, que se conectan y no se contradicen con su matriz, en contra posición con el proceso de urbanización de la capital regional.

Al igual que los elementos del paisaje se clasifican en naturales o antrópicos, se puede caracterizar el paisaje en sí mismo como antrópico, relictual o elemental, con todos sus estadios intermedios. Los paisajes antrópicos presentan profundas modificaciones asociadas a las actividades antrópicas, planificadas o no; los elementales serían a un paisaje inalterado, con escasa o nula influencia humana (bien conservado, de acceso limitado o incluso se le pueden atribuir visiones espirituales o religiosas) y los relictuales serían una combinación equilibrada entre elementos antrópicos y naturales (en cualquier estado de conservación). Esta clasificación responde al modelo de paisaje conocido como Continuum o Umwelt según el biólogo y filósofo Jakob von Uexküll, quien plantea que los paisajes fragmentados están dominados por parches más o menos modificados (Manning et al. 2004; Fig. 6). Esta perspectiva trasciende la idea binaria de que un paisaje sea “apto” o “no apto” para ser percibido como un conjunto de variaciones graduales de los factores abióticos, tales como luz, calor, nutrientes o agua.

BOX 5: PAISAJE EN MOSAICO

En la cuenca del rio Aysén, la heterogeneidad o grado de fragmentación del paisaje es elevada. Como resultado de la diferente frecuencia e intensidad de los incendios ocurridos a principios del siglo XX durante el proceso de colonización de esta parte de la región, aumentó en más de un 100% el número de fragmentos de bosque nativo en un periodo de 98 años, a la vez que disminuyeron de tamaño y aumentaron su densidad (Bizama et al. 2011). Algunas de las consecuencias de estos incendios son visibles actualmente (erosión de suelos o cabeceras de cuenca y borde de río sin vegetación). El grado de heterogeneidad puede observarse a simple vista, sobre todo en las zonas urbanas y periurbanas, en pleno desarrollo en la región, especialmente en las cercanías de la capital regional. Se va observando paulatinamente cómo los espacios urbanos se conectan con una matriz más natural, menos intervenida.

a)
b)

Figura 5. Heterogeneidad espacial de ambientes urbanos en la región de Aysén. (a) En la ciudad de Coyhaique, se observa el contraste entre el parche urbano en una matriz de praderas ganaderas cuya expansión acelera la fragmentación de los parches de bosque nativo que aún se conservan. (b) En la localidad de La Junta se conserva una gran extensión de la matriz de bosques siempreverdes y humedales. Fuente: imágenes satelitales del presente año (GoogleEarth).

a)
b)
c)
d)

Figura 6. Los estados de alteración de un paisaje en Aysén según el modelo Continuum: condiciones de alta naturalidad (pristinidad), con bajos niveles de modificación antrópica, se pueden encontrar en algunas zonas dentro de áreas protegidas como el Parque Nacional Queulat en la región de Aysén (a), mientras que en un paisaje con diversos grados de alteración, Lago Thompson, (b) en los alrededores de Cochrane se observan sectores con bosque primario junto a bosques renovales quemados (c) y plantaciones (d).

Tema N° 1. Hábitat: Evidencia de cambios en el paisaje biocultural

Interpretación sociológica del paisaje

En la configuración del paisaje entendido como hábitat humano, los factores ambientales no son los únicos determinantes, sino que existen factores socioeconómicos, socioculturales, socioecológicos que deben ser identificados para analizar de manera holística los actuales estados ecológicos. De hecho, la integración de sistemas biológicos y sociales representa el enfoque transcisciplinario necesario para enfrentar el desafío socioambiental en diversas partes del mundo (e.g. Dorresteijn et al. 2015). Nuestras sociedades dan forma a paisajes nuevos, tanto en sus características ambientales como económicas, reconfiguran nuevos hábitats, ambiental y culturalmente construidos. Un ejemplo cercano de esto, es cuando está aterrizando un avión y se ven diversos colores (degradaciones de verdes) y formas (parcelaciones) en las zonas periféricas de la ciudad, lo que puede ser por efectos de la expansión agrícola e inmobiliaria, pero de igual modo se ven en las laderas de los cerros aún relictos bosques que protegen los valles de las grandes crecidas de los ríos y también reservan la nieve de las cumbres para mantener la disponibilidad hídrica a lo largo del año (Fig. 7).

Figura 7. Parcelas en la periferia de Coyhaique.

Si para interpretar un paisaje es necesario considerar factores biológicos y culturales, entonces hablamos de paisajes bioculturales, los cuales pueden definirse como los “territorios que comparten un paisaje e identidad propia, manejados bajo un régimen unificado de gestión territorial que permite promover el desarrollo económico sustentable por medio de la protección y valoración de la naturaleza y la cultura local (Bezaury-Creel et al. 2015)”. El concepto es novedoso y ha resultado útil para considerar los elementos antropogénicos en el paisaje, así como evaluar su influencia en los ecosistemas que lo componen (Hong et al. 2014). Para lograr comprender completamente su significado, se requiere, profundizar, a la vez, en otros dos conceptos: hábitat y paisajes culturales.

El concepto hábitat entendido desde las ciencias sociales entrega una perspectiva útil para la comprensión de los procesos culturales que influyen en el paisaje. El término procede del latín habitat, del verbo habitare que significa ‘vivir’, ‘morar’. Según Rozzi et al. (2008) es una derivación de la palabra “madriguera”, el lugar que un animal construye para vivir (habitar). Según la RAE (2020), el hábitat es un “lugar de condiciones apropiadas para que viva un organismo, especie o comunidad animal o vegetal” y un “espacio construido en el que vive el hombre”. Esta doble acepción permite entender la idea del hábitat en dos sentidos: en un sentido amplio, es un espacio físico que alberga las condiciones necesarias para que se pueda desarrollar la vida (en las experiencias bioculturales el término se considera sinónimo de paisaje); y en un sentido estricto serían lugares donde se pueden desarrollar animales, plantas y otros seres vivos, de forma separada a los seres humanos.

La cultura entendida como el producto del desarrollo de los grupos humanos en su interacción dinámica con el ambiente, van moldeando el entorno físico en relación con la creciente satisfacción de sus necesidades. Un concepto reciente, que nos permite entender estos efectos a nivel teórico es el de “paisajes culturales”, definido como “aquel que se ha construido a lo largo de siglos o incluso milenios mediante el esfuerzo, necesariamente colectivo, de adaptación de diferentes culturas a la diversidad de la topografía y de los topoclimas, y la organización espacial de la fertilidad de los suelos y de los flujos hidrológicos” (García-Ruiz & Lasanta 2018). Existe una gran cantidad de información cultural en el propio paisaje, como si observándolo se pudiera “leer” la historia, conocer la cultura local con una sola fotografía. Por ejemplo, en la Figura 8 es fácil identificar las terrazas construidas por el imperio Inca en el Tahuantinsuyo para el aprovechamiento del recurso hídrico en el cultivo o las grandes praderas que exponen especies exóticas en conjunto con grandes árboles quemados, en el territorio norte de la Patagonia occidental, para la introducción de la ganadería. Actualmente, ambos paisajes además tienen gran potencial turístico.

Figura 8. Terrazas en Tahuantinsuyo, Perú y praderas generadas por incendios forestales en la región de Aysén, Chile.

La UNESCO trabaja en la protección de ciertos paisajes culturales que dan cuenta de la capacidad de adecuación del hábitat, por parte del actuar humano, esto en el sentido patrimonial que representa, ya que da cuenta del desarrollo de las capacidades organizativas y tecnológicas de las culturas propias de los territorios, como de igual modo de los impactos de la intensificación de los procesos productivos al ambiente (Silva Pérez & Fernández Salinas 2015).

La interacción entre naturaleza y cultura se ha ido intensificando en los últimos años, generando esta última una importante influencia en los paisajes actuales. Por esto es que se ha denominado la actual era geológica como el Antropoceno, que se entiende como el momento en la historia del planeta en que los humanos ejercemos el papel protagonista en términos de “forzante” del cambio ambiental (Gonzalez-Sampériz et al. 2019) y se plantea el significado de la sustentabilidad desde la perspectiva de la civilización ecológica (Heurtebise 2017, Frazier et al. 2019). Ejemplo de esto es el proceso de aceleración del cambio climático, degradación en las cualidades de los suelos, pérdida de biodiversidad y capital natural por efecto de grandes extensiones de monocultivos, o la quema de grandes extensiones de bosque nativos para la introducción de la ganadería, entre otros.

En general, los paisajes naturales y prístinos que se pueden observar hoy en la Patagonia se originaron luego del retroceso de los grandes glaciares que se formaron en la última glaciación, dando paso al Período Post-glacial u Holoceno (del latín: todo lo reciente) -conocida popularmente como Edad de Hielo-, y que comienza hace aproximadamente 11.000 - 12.000 años a.C. Sin embargo, la población humana y el creciente desarrollo tecnológico se han intensificado exponencialmente en los últimos dos siglos, en los que la actividad humana está esculpiendo el planeta a través de una influencia profunda e irreversible en los procesos atmosféricos, biológicos y geológicos globales. Este período se ha denominado Antropoceno (del latin: humano reciente), y fue acuñado por el premio nobel de Química (1995) Paul J. Crutzen para describir la crisis ambiental de la era presente.

Desde ese punto en la historia, que según Crutzen pudo haber comenzado con la invención del motor a vapor por James Watt en 1784 (Crutzen 2006), las actividades humanas han aumentado hasta convertirse en fuerzas geológicas tan importantes como un movimiento telúrico, por ejemplo, a través de cambios en el uso de los espacios silvestres para ganadería, agricultura o urbanización; la defaunación, la deforestación y las extinciones masivas, entre muchas otras formas de deterioro ambiental.

En adelante utilizaremos una definición amplia de hábitat, asumiendo que todas las especies biológicas y los elementos inertes (como piedras, cursos de agua) comparten espacios físicos en los que, gracias a su interacción, se generan las condiciones necesarias para la subsistencia. Se asume una relación directa e interdependiente de la naturaleza con la sociedad y su cultura. El hábitat del ser humano, en términos de dependencia biocultural, energética, y de materiales siguen siendo las áreas verdes que aún quedan en el planeta.

Tema N° 1. Hábitat: Evidencia de cambios en el paisaje biocultural

Breve historia biocultural de la región de Aysén

El paisaje de la región de Aysén ha experimentado cambios que han configurado el paisaje actual. Algunas de esas perturbaciones son de origen natural, principalmente referidas a erupciones volcánicas, grandes crecidas de ríos (algunas producidas por GLOF), tsunamis o deslizamientos de tierra. Otros son de origen antrópico, unos prehistóricos asociados a los pueblos originarios que habitaban estas tierras, y otros más recientes asociados a los grandes incendios forestales acaecidos en los tiempos de la colonización a principios del siglo XX para la implementación de extensas praderas ganaderas. Desde una óptica social y/o cultural, la modificación del paisaje se da desde los primeros pueblos que poblaron el territorio, en el caso de Aysén, fueron; aonikens, huilliches, chonos y, finalmente, mapuches los grupos humanos indígenas más destacados, hasta el periodo de la colonización agenciada por el Estado de Chile y ejercida por fuerzas europeas portadoras del capital económico, principalmente. También de grupos provenientes de Chiloé portadores de un importante grado de capital cultural e identidad territorial (Núñez et al. 2016). Hasta los procesos de poblamiento actuales, diversos y emergentes, en los que se identifica un proceso de hibridación cultural acelerado (García Canclini 1989), definiendo así nuevas formas de habitar el hábitat. Mayor expansión demográfica, trae consigo mayor expansión geográfica de los poblados, configurándose nuevas formas de relación cultura y naturaleza, muchas de las veces, desequilibrada o jerarquizadas, contraponiéndose la primera sobre la segunda (Lefebvre 2015).

Actualmente, la población se puede dividir en dos grandes culturas. Por un lado, la “chilota” presente en el litoral, herencia del pueblo mapuche-huilliche, que desarrolla la pesca artesanal como base de su economía familiar. Por otro lado la cultura agrario-campesina presente en los bosques de transición, con una tradición más “europea”, caracterizada por un mosaico productivo en el que se identifica la crianza de animales como vacas, corderos principalmente y en menor cantidad cerdos y caballos; el cultivo agrícola en invernaderos y huertos familiares así como la recolección de productos silvestres asociados a los bosques. Desde la mirada de las ciencias naturales, podríamos observar otros habitantes y otras formas de habitar, determinando esto a los diversos hábitats que en la región de Aysén se pueden definir, desde el litoral, bosque siempre verde, bosques caducifolios y estepa. Cada una de estas bioregiones presenta un ambiente en el cual sus habitantes tendrán que definir una serie de habitus (Martínez García 2017) para la subsistencia, ya sea desde sus estructuras hasta sus relaciones materiales.

En la Figura 9 se muestra una composición de imágenes que representa un paisaje biocultural configurado por las interacciones de procesos sociales, naturales y económicos propios de uno de los primeros valles ganaderos establecidos por colonos en la región de Aysén, una microcuenca del río Simpson. Para el desarrollo de la actividad ganadera a gran escala a mediados de los años 30, los colonos que no habían tenido la misma suerte que los grandes estancieros de la sociedades ganaderas de los Tres Valles, del Valle del Río Cisnes e Industrial de Aysén-SIA, se vieron en la obligación de realizar “limpias” en los territorios que habían inscrito a su nombre. “Las limpias” se entiende como una acción en la cual, por medio del fuego se elimina gran parte de los árboles y arbustos de un territorio, esto permite la transformación de bosques “tupidos” a grandes “pampas” y la posibilidad de contar con alimento para vacas y corderos. Estos fuegos, en la región de Aysén, no pudieron ser controlados por la escasa gestión que en ese entonces tenían los colonos, permaneciendo activos por alrededor de trece años, generando fuertes impactos en la biodiversidad de la región, la calidad de los suelos y la disponibilidad hídrica, además de la transformación completa del paisaje (Ortega & Brüning 2004, Otero 2006, Sánchez-Jardón 2012, Ladrón de Guevara et al 2014). En ese contexto y bajo la administración de la dictadura militar se decide desarrollar un plan para reforestar el país y ayudar a la alicaída economía nacional. Es por esto que a partir de la publicación del Decreto Ley 701 por el Ministerio de Economía, se concede una bonificación del 75% para quienes reforesten con Pinos y Eucaliptos, en la región de Aysén. Estos fueron plantados en las laderas de los cerros por motivos de contención y para evitar la erosión de los suelos por efectos de las lluvias, principalmente por la empresa Forestal MININCO (perteneciente al grupo CMPC). Se caracterizan por ser monocultivos de alta intensidad, donde no se observa un ensable con otras especies de árboles ni tampoco con especies epífitas como enredaderas, briófitas y líquenes, que normalmente pueblan los estratos bajos de los bosques nativos patagónicos. Salvo en algunos lugares con plantaciones menos intensivas, podemos observar floración y fructificación de otras especies de “malezas” o de hongos comestibles como la Callampa de pino (Suillus spp.).

Figura 9. Paisaje biocultural en la cuenca del río Simpson, uno de los primeros valles ganaderos establecidos por colonos en la región de Aysén. Se observan secciones productivas (praderas y plantaciones) y fragmentos de bosques nativos protegidos por el estado por la ley 20.283; el conjunto informa de procesos ecológicos y sociales interrelacionadas, por ejemplo su biodiversidad y los usos que se hacen de ella, actuales y del pasado.

Tema N° 1: Hábitat Evidencia de cambios en el paisaje biocultural

Actividad 1.A Elementos del paisaje biocultural Modificado

Tema N° 1: Hábitat Evidencia de cambios en el paisaje biocultural

Actividad 1.A Elementos del paisaje biocultural (Modalidad Sala)

Tema N° 1: Hábitat Evidencia de cambios en el paisaje biocultural

Actividad 1.B Definición colectiva de paisaje biocultural