Tema N° 3. Co-habitantes: Registro sistemático de la biodiversidad
La naturaleza como profusión de formas de vida
Desde que la vida surgió en sus formas más sencillas hace aproximadamente 3.500 millones de años, los seres vivos se han ido diferenciando generación tras generación en un proceso de evolución continua. Actualmente, se conocen alrededor de 1,7 millones de especies vivientes de animales (Zhang 2013), 374.000 de plantas (Christenhusz & Byng 2016), 120.000 de hongos (Hawksworth et al. 2017) y 44.000 de algas (Guiry 2012). En total se estima que existen unos 8,7 millones de eucariontes (Mora et al. 2011) y un número inmenso de procariontes (Curtis et al. 2002), es decir en términos globales, la mayor parte (80-99% según el grupo) de la biodiversidad de la Tierra aún es desconocida para la ciencia. Si pensamos en el número de especies que se han extinguido desde que apareció la vida, el número total asciende extraordinariamente (Fig. 10).
Figura 10. Biodiversidad, los reinos de seres vivos. Tomado de Eisenberg (2008, 2017).
La diversidad biológica o biodiversidad (Box 6) hace referencia a la variedad de seres vivos sobre la Tierra, así como a la variedad de los ecosistemas que integran y las diferencias genéticas dentro de cada especie (Whittaker 1972). Para la ciencia ecológica, la diversidad es una propiedad emergente de cualquier sistema biológico, característico del nivel de organización de los ecosistemas (Margalef 1974). Técnicamente, la diversidad biológica es una variable cuantitativa que expresa la variedad de elementos (estructura) y su abundancia relativa en el ecosistema, en ocasiones, según un patrón espacial y/o temporal (composición). Estructura y composición son las principales características que describen una determinada comunidad biótica y las interacciones potenciales entre las diferentes especies que lo componen; así también para describir un ecosistema es necesario tener información sobre la función, es decir, procesos ecológicos clave como la producción primaria y la descomposición de materia orgánica.
La medida de la diversidad biológica tiene básicamente dos componentes numéricos: el número total de especies (riqueza) y la equidad o inverso de la dominancia (Magurran 1988). Medir la abundancia relativa de cada especie permite identificar las especies menos frecuentes –raras– que podrían ser más sensibles a perturbaciones (eventualmente, más susceptibles a la extinción) y así detectar amenazas a la conservación de la biodiversidad. Para poder realizar cualquiera de estos cálculos es necesario conocer la identidad, o al menos ser capaces de diferenciar diferentes tipos, especies que probablemente tengan diferente identidad; por ejemplo, cuando estas son reconocidas en diferentes ambientes, se denominan “ecotipos”.