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GANADERÍA Y CONSERVACIÓN EN AYSÉN: ¿SIEMPRE INCOMPATIBLES?
13/09/2018
 Laura Sánchez Jardón / Centro Universitario Coyhaique / Universidad de Magallanes

Tradicionalmente, el desarrollo agropecuario y forestal se ha basado en replicar modelos de gestión más o menos exitosos en otras regiones del mundo, con características climáticas y ecológicas similares. Para la Región de Aysén, con una reciente historia de uso de los recursos naturales (de las más recientes del mundo), se han considerado países en regiones templadas del hemisferio sur (como Nueva Zelanda) y norte (varios países de Norteamérica y Europa). ¿Qué tan equivalentes son realmente, qué distingue Aysén de esos lugares? Falta investigación, dirán algunos; sobran científicos, dirán otros.


Los ganaderos son los que saben del campo. No hay duda. Ellos los acondicionaron y salieron adelante con lo que había. Los científicos poco pueden aportar a la experiencia de una vida dedicada al campo. Ya no es como antes, ahora está todo más ordenado. Cuando se quieren aumentar cabezas de ganado, o cuando un campo se abandona porque se agota, se acondiciona el de al lado. ¿Cuánto más se podrá hacer esto? ¿Qué haremos cuando ya no haya ningún campo al lado? ¿Se podrá re-acondicionar lo abandonado? Falta precaución.  


Hace tan solo unas décadas que la sociedad entiende que los procesos ecológicos sostienen la productividad económica. La comprensión de estos procesos permitiría diseñar modelos productivos eficientes, coherentes con las características ecológicas y sociales del territorio, los cuales garantizarán la sustentabilidad económica, social y ambiental en un futuro incierto (considerando cambios globales previsibles en clima y dinámicas socioeconómicas). Hoy, los mismos países de larga tradición pecuaria y forestal de los que proceden los modelos implementados en Aysén, adoptan el enfoque ecosistémico y se preocupan por la conservación de su biodiversidad. Además la producción ecológica "la lleva" (mayor valor agregado). En consecuencia, están invirtiendo considerables esfuerzos para diseñar, validar e implementar políticas y "tecnología agroambiental" en sus modelos productivos, confiando en que no sea demasiado tarde.


¿Qué hará Aysén? ¿Replicar el mismo proceso ensayo-error, seguir esquemas productivistas ad hoc, lamentar la pérdida de biodiversidad cuando ya sea irreversible, para que después de unos 50 años se haga imperativo invertir millones en tecnología agroambiental? Ojalá no... Aysén, con grandes superficies de territorio protegido e incluso inexplorado, está en el momento preciso para hacer lo insólito (¡no sería la primera vez!): Diseñar modelos productivos originales basados en las características ecológicas locales, que den cuenta del conocimiento generado en otros lugares pero reconozca las singularidades del territorio aisenino.


¿Y si le mostramos al mundo otra forma de hacer ganadería? Tremenda empresa. No ignoro la complejidad técnica del manejo pecuario y forestal en Aysén, así como la implicación económica social y política de este ambicioso propósito. No sería fácil. Pero tampoco imposible . ¿Y si hacemos investigación en los campos productivos?